Armando Galloni sobre el bono de fin de año para los empleados: "Es justo pero ¿cómo quieren que hagamos?"

El anuncio de la obligatoriedad del pago de cinco mil pesos a los empleados, puso al sector empresarial e industrial en alerta. La indiscutible necesidad de circulante sumada a la imposibilidad de abonar ese extra, genera una situación que para algunos empresarios solo encontraría una salida si se avanza en la emisión de monedas provinciales, como ocurrió a mediados de los ochenta.

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Allá por febrero de 1984, el Gobierno de la provincia de Salta promulgaba la Ley 6228 que le daba marco a la aparición de los Bonos de Cancelación de Deuda. Fueron una herramienta a la que el gobernador Roberto Romero echó mano para hacerle frente a una gestión que de regreso a la democracia, tenía muchos inconvenientes económicos. Los más memoriosos recuerdan que semejante inyección de circulante le dio movilidad al mercado y el consumo se reactivó, aun cuando no faltaron quienes los rechazaban, quienes los recibían a menor valor y quienes los guardaban para los sorteos de los viernes con la tómbola salteña (permitían multiplicar el valor del billete ganador por siete, recibir un electrodoméstico y en algún momento, hasta llegaron a sortearse casas). Otro dato que recuerdan algunos es que fueron esos mismos sorteos los que permitieron visibilizar el circulante de "billetes mellizos".

¿Pero por qué remontarnos a más de tres décadas atrás? Hoy, IN Salta buscando la opinión de referentes del sector empresario se encontró con un muy preocupado Armando Galloni, vocal de la Unión Industrial de Salta y titular de TEMET, que ve cómo se suman ingredientes a un caldo del que se desconoce en qué derivará, pero que hace vislumbrar las mismas condiciones de crisis de aquellos años.

El empresario reconoció que "el bono de finde año para los empleados del sector privado es un paliativo sumamente necesario para reactivar la economía, es algo que no debería hacerse por única vez y pagado en dos mitades sino que debería ser algo con mayor permanencia. Con una economía en retroceso no tenemos a quien venderle porque la gente no tiene plata, cada vez se cierran más negocios, y se resienten las ventas”.

No obstante, el empresario aclaró que es nula toda posibilidad de abonar ese monto y de pagarlo bajo ningún formato de financiamiento.

“¿Cómo quieren que hagamos?, estamos trabajando a pérdida, estamos trabajando y vendiendo a menos del costo de lo que cuesta la materia prima. La financiación que nos ofrece el gobierno solo posterga la agonía. El gobierno ha demostrado la incapacidad de resolver los problemas económicos de los que estamos hablando”, advirtió.

Fue ahí cuando apeló a “una experiencia que nadie recuerda con agrado pero que en su momento resultó efectiva para paliar una necesidad que es el famoso bono de cancelación de deuda que emitió la provincia durante la gestión de Roberto Romero”.

“Yo no soy economista, pero un bono de ese estilo nos permitiría contar con más circulante dado el nivel de recesión que tenemos. El sistema nos está ahogando y nos obliga a estar bancarizados, yo les pago a los empleados y proveedores y ellos pagan sus deudas así como reciben el dinero y nadie ve nada de plata. Si llegaríamos a las cuasimonedas, o llamémosles cheques, o cualquier nombre que les quieras dar, tendríamos la posibilidad de que el mismo recircule más veces por lugares por donde la misma plata no está pasando. Las grandes cadenas de supermercados hacen un efecto de aspiradora de divisas. Las compras más grandes se hacen en estos súper y las compras más pequeñas las hacemos en el almacén”, analizó.

Galloni recordó que “los bonos tenían la misma denominación que la plata circulante en aquella época, era un bono convertible a determinada cantidad de pesos con lo cual comprabas al igual que con la plata. Había lugares que lo recibían con descuento. Sin embargo, se aplicaban otras picardías para la retención de los mismos, por ejemplo sorteos con la lotería para que la gente se quede con esos bonos”, recordó el empresario.

En esta ocasión, sería diferente porque “se absorbería con la misma inflación que tenemos, pero estamos necesitando algo de fondos donde nuestros empleados tengan el dinero para moverse en el mercado. He vivido muchas crisis en mi vida, Rodrigazo del ´76; "la casa está en orden" de Alfonsín; el 2002 con De la Rúa; y nunca me llegó tan de cerca como ahora, porque seguimos con un montón de impedimentos para producir”, lamentó.  

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