El coaching jurídico, al rescate de los abogados

El programa Conversaciones 2020, diseñado y liderado por la abogada ambientalista Rossana Bril y que se dictó en la UCASAL, se afianza en el ámbito judicial y trasciende sus fronteras.

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Los progresos en inteligencia artificial hacen posible hoy que programas de software cumplan muchos roles hasta ahora exclusivos de quienes ostentaban ciertos saberes. Pasa esto también en la práctica de la abogacía. "La exigencia de los juicios orales y la inmediatez requerida por los clientes, demanda que los abogados actualicen sus competencias profesionales", afirma Rossana Bril, presidente de la Fundación La Tierra Habla y creadora del programa de coaching jurídico Conversaciones 2020.

Abogada especializada en medio ambiente, Bril tomó del coaching ontológico herramientas y técnicas para desarrollar habilidades humanas o "blandas" que los avances tecnológicos dejan de lado y denominó coaching jurídico a "una categoría que soluciona la inobservancia y falta de desarrollo de la inteligencia emocional en el ámbito legal". Aplicó esta nueva categoría a sus causas particulares – en especial a las ambientales- y diseñó un programa que compartió el año pasado con sus colegas.

El éxito de la propuesta la incentivó a profundizar algunas de sus intuiciones que, trasmitidas con una metodología participativa y lúdica, volverá a compartir en un curso de doce encuentros semanales que dará a partir de abril en conjunto con la UCASAL (Universidad Católica de Salta), en la ciudad de Buenos Aires.

Es obvio que se recurre a un abogado cuando hay un conflicto, pero no siempre el profesional se siente preparado para exponerse frente a un jurado en un juicio oral o para negociar durante una audiencia con pares, clientes o jueces de temperamentos de todo tipo. De ahí la necesidad de herramientas que, "en una sociedad tan dividida y poco tolerante" como la actual, explica Bril, ayuden a los abogados a desarrollar competencias como la gestión de las emociones, el liderazgo de equipos y la comunicación. El coaching jurídico, que en el caso de ella está inspirado en las enseñanzas del filósofo chileno, Rafael Echeverría, sobre coaching ontológico en su sentido más amplio, es "un proceso mediante el cual se desarrollan conversaciones que permiten transformar los sistemas de creencias de los individuos y buscan legitimar distintos puntos de vista sobre un mismo evento".

Bril explica que ese método se diferencia de otros procesos de intervención ya que su principal objetivo es la reconstrucción del tejido social y vincular más allá de las diferencias ideológicas, sociales, culturales o comerciales, "a través de una transformación personal del propio profesional, quien necesita salir de modelos mentales y esquemas personales limitantes; una transformación que luego es llevada a su ejercicio profesional".

Resolución de conflictos en paz

El eje es el mundo de las emociones porque "podemos saber muchas cosas, pero si vemos el mundo desde la desconfianza, el enojo, la resignación o la alegría, todos nuestros actos reflejarán eso", afirma la profesional. Y continúa: "En el ámbito de la justicia hay una enorme desconfianza y mucho enojo, mucha ira. La emoción del enojo tiene que ver con la injusticia. Si uno piensa en algo que lo enoja seguramente encontrará detrás algo que le pareció injusto. La ira, a raíz de lo que se percibe como una injusticia, y la falta de confianza son las dos emociones que lideran y manejan el mundo jurídico. Ni hablar de la indignación cuando que uno siente cuando las cosas no salen como cree que deberían ser. El espacio emocional interno, mueve nuestras acciones, sin embargo no somos conscientes de ese gran detalle. A los abogados nos dijeron que tenemos que ser objetivos o fríos como si eso no fuera una emoción".

El entrenamiento del coaching jurídico no intenta controlar las emociones, pero sí gestionarlas y conocerlas. "Saber identificar con qué emoción entro en una negociación o una audiencia y poder identificar la emoción del otro y desde allí hacer el movimiento necesario para lograr el encuentro con el otro y solucionar el conflicto y no para generar más conflicto", asevera Bril quien llegó al coaching jurídico tras una profunda crisis profesional a raíz de la impotencia y desilusión ante ciertas formas arraigadas en el sistema judicial.

"En el ejercicio profesional como abogada ambientalista me pasó, como les pasa a muchos, ir subiendo a una ola de agresividad hasta que en un momento te preguntás qué estás haciendo, pero ya estás en el personaje y hay que sostenerlo. Eso no le sirve a nadie. La adrenalina de querer ganarle al otro genera adicción. Yo era adicta a ese tipo de violencia". Tras un caso grave en el que otro profesional se quedó con un juicio ambiental de impacto que ella había ganado en la Corte Suprema, Bril se tomó un tiempo de reflexión para analizar qué le estaba mostrando la vida con esta situación "injusta", qué mensaje y enseñanza había detrás. Decidió abandonar definitivamente el ejercicio de la profesión que amaba; ingresó en un curso de formación de coaching ontológico profesional en Chile y, luego de un trabajo profundo de nueve meses, desistió de aquella decisión y se propuso volver a la profesión del derecho con un objetivo: ser articuladora de resolución de conflictos en paz.

"El coaching jurídico ayuda a desaprender una forma y aprender otra más efectiva; salir del lugar de confrontación para ir a otro de colaboración", sintetiza y agrega que así el abogado, además del conocimiento de la ley, aporta una facilitación a la conversación "entre pares improbables". Su aplicación es transversal en procesos judiciales, arbitrajes, mediaciones, negociaciones, conflictos en general (familiares, sindicales, ambientales e incluso penales de lo que se conoce como justicia restaurativa).

Por su propia experiencia, Bril afirma que el abogado que incorpora las herramientas del coaching jurídico logra saltar las barreras invisibles que limitan su mirada y poder de acción porque las hace visibles, descubrir nuevas acciones posibles y obtener nuevos resultados.

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