¿Debe continuar el cierre de centrales nucleares ante la actual crisis del gas?

(Por J. Guillermo Sánchez León, Universidad de Salamanca) El consumo energético de la UE es altamente dependiente de las importaciones de gas y petróleo. La previsión es que el consumo eléctrico siga incrementándose, pues se pretende reemplazar los coches de combustión por coches eléctricos.

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La esperanza es que para 2030 se pueda cubrir la mayor parte de la demanda de energía eléctrica con energías renovables. Estas acciones se enmarcan en el objetivo de reducir las emisiones de gases invernadero para 2030 hasta al menos un 55 % de los niveles de 1990.

Dependencia energética y de materias primas

En el caso de la energía eléctrica, las fuentes renovables han ido aumentando, pero en paralelo ha seguido creciendo la dependencia de las importaciones de materias primas para generar energía (figura 1), en gran parte debido al consumo de petróleo y gas ruso. En concreto, la UE importó 155 mil millones de metros cúbicos de gas natural de Rusia en 2021.

Otro tanto está sucediendo con componentes y materias primas necesarios para las energías renovables. Por ejemplo, casi todas las células solares se importan de China y las baterías para los coches eléctricos dependen del berilio importado, cuyo precio no deja de subir.

A todo esto se ha unido la invasión de Ucrania por Rusia. Este conjunto de circunstancias está llevando el precio de la energía a valores estratosféricos y puede acabar en un grave problema de desabastecimiento, con una deriva impredecible.

Figura 1. Evolución de las importaciones energéticas. Obsérvese que está en torno al 60 %. Alcanzó un máximo en 2019, y bajó en 2020, quizás por la disminución de la actividad económica ese año. Eurostat

El cierre de centrales nucleares en Europa

Mientras tanto, varios países de la UE mantienen un programa de cierre de centrales nucleares, que no son emisoras de gases invernadero, cuyo abastecimiento deben cubrir con otras fuentes de energía.

El caso mas radical es el alemán. En 2011, Alemania inició un programa de cierre acelerado de sus centrales. Se dijo que se reemplazaría por energías renovables, pero la realidad es que después de 10 años, el país importa de Rusia el 55 % de su gas y el 42 % de su petróleo. Además, dispone de una intensiva minería de lignito que le ha llevado a ser uno de los mayores emisores de gases invernadero.

Lo paradójico es que hace menos de tres meses Alemania ha cerrado tres grandes centrales que estaban perfectamente operativas y el plan es cerrar las últimas tres que le quedan este año. En total habrá desconectado una potencia de 8,6 GW –España tiene 7,2 GW de energía nuclear que proporciona el 21 % de la energía eléctrica–. La consecuencia será emitir 35 millones de toneladas al año de CO? a la atmosfera que podrían evitarse.

¿Una cuestión ideológica?

La razón de dar prioridad al cierre de las nucleares sobre la lucha contra el cambio climático y la dependencia energética es básicamente ideológica, como asegura el profesor Lion Hirth: “Oponerse a la energía nuclear es el núcleo del activismo que impulsó la creación de Los Verdes en 1980 y ese sigue siendo su grito de guerra”.

Para que nos hagamos una idea: solo el cierre de las 6 centrales alemanas citadas más arriba equivalen a 20 mil millones de metros cúbicos de gas al año, que servirían para cubrir la mayor parte del gas que Alemania utiliza para generar electricidad.

En esta situación, al menos cabría plantearse si la decisión de cierre es acertada. Parece que Alemania no va a cambiar su política y la opción que plantea es incrementar el uso del carbón e incluso abrir viejas centrales de carbón. Mientras tanto, el gas sigue fluyendo a través de Ucrania hacia Alemania, Austria y, por otras razones, a países que formaron parte antiguo bloque soviético. Para hacer los pagos se han dejado algunos bancos rusos al margen del bloqueo económico.

Me he referido al caso alemán porque es el modelo seguido de forma menos radical por otro grupo de naciones de la UE. Además, pone de manifiesto algo que hace especial a la energía nuclear: la apreciación que sobre esta fuente de energía se tiene es fundamentalmente ideológica.

Pocas personas se manifiestan en favor o en contra de algún tipo de energía, salvo que sea sobre la nuclear. Cuando surge alguna discusión o noticia sobre lo nuclear, habitualmente se consulta a miembros de las organizaciones antinucleares y raramente a ingenieros nucleares u organizaciones expertas e independientes (como el CSN en España).

Figura 2. Generación de electricidad nuclear en la UE. Eurostat

Nuevas centrales para producir electricidad

Sobre la conveniencia o no de construir una central nuclear u otro tipo de instalación generadora de electricidad, no hay una respuesta genérica. Dependerá de cada caso concreto.

Si se proyecta instalar un parque eólico, una central hidráulica o una nuclear, la conveniencia de hacerlo o no dependerá de donde se ponga y a qué coste económico y ambiental. Los requisitos generales deben ser establecidos por los Estados y por organizaciones supranacionales, como es la UE.

Centrándonos solo en lo relativo a la generación de electricidad, las decisiones deben tener presente:

  • Proteger la biodiversidad. Para ello se requiere, entre otras cosas, luchar contra el cambio climático, lo que implica reducir las emisiones de gases invernadero. Pero esto último no es un fin en sí mismo. ¿De qué sirve construir un parque eólico si las aspas de los aerogeneradores están fabricadas con madera de balsa obtenida deforestando la Amazonia o si se destruye una sierra virgen?

  • Asegurar que se dispone de tecnología propia y que parte de las materias primas se obtienen en el territorio del país. Para aquellas que se necesite importar, debe garantizarse una alta diversificación de sus fuentes.

  • Tener un coste competitivo.

Menor impacto ambiental

En la UE hay un total de 107 reactores en operación, que producen anualmente cerca del 26 % del total de la electricidad consumida (figura 2) y existe una alta correlación entre su empleo y las bajas emisiones de gases invernadero como se puede ver en la figura 3.

Figura 3. Emisiones de CO? por habitante y país. Banco Mundial

El principal inconveniente que se suele poner a las centrales nucleares son los residuos radiactivos que generan pues, según se dice, su efecto perdurará por generaciones. Aquí se omiten varias cosas importantes.

Por un lado, puede decirse exactamente lo mismo de muchas actividades humanas. La ocupación de casi todos los espacios por incremento demográfico de nuestra especie está restringuiendo, e incluso aniquilando, a otras especias.

En mi recibo de la luz pone (compruebe el suyo) que, por cada 1 000 kWh que consumo, se generan 150 000 g de CO? y 0,5 g de residuos radiactivos. No indica que esos 150 kg se distribuirán por la atmósfera de todo el globo y sus efectos perdurarán generaciones, ni que esos 0,5 g de residuos se guardan en el país donde se generan en espera de que en el futuro se decida si se entierran a 1 000 m de profundidad o si se recupera el 95 % de la capacidad energética que aún contiene.

A eso habría que añadir que la radiactividad es tan natural como el CO?, o el oxígeno, lo que cuenta es la cantidad y la forma en la que se incorpora al organismo.

Los reactores nucleares han existido mucho antes que la vida humana, y sin radiactividad no estariamos aquí. También habría que decir que, a diferencia de otros tipos de residuos, su efecto se va amortiguando con el tiempo, especialmente en los primeros años. Los residuos radiactivos no se encuentran entre las amenazas ambientales más acuciantes del planeta.

Gráfico de los límites planetarios. Se han sobrepasado los límites en biodiversidad, los ciclos del nitrógeno y del fósforo y la crisis climática.
Figura 4. Gráfico de los límites planetarios, según un artículo de Rockström et al. publicado en Nature en 2009. Scann / Wikimedia Commons, CC BY-SA

¿Cuánto cuesta la electricidad de origen nuclear?

El coste de la generación de la energía nuclear en las centrales en funcionamiento es relativamente barato. El mejor ejemplo lo tenemos en Francia, donde este año el precio de la electricidad (el 80 % es de origen nuclear) se sitúa en torno a 42 €/MWh; para la mayoría de los consumidores ha subido el 4 % respecto a 2021. No obstante, el precio en el mercado mayorista, que es el que aplica a los países que importan la electricidad de Francia, sigue la misma tendencia que en el resto de la UE. Según el Foro Nuclear, en España el coste es de alrededor de 60 €/MWh.

Europa apenas ha construido reactores en los últimos 20 años. Los nuevos reactores en construcción en Finlandia y Francia han excedido varias veces las previsiones. Por ejemplo, el reactor finlandés Olkiluoto 3, el mayor de Europa con 1 600 MW, que acaba de entrar en funcionamiento, ha triplicado el coste previsto.

He hablado con varias personas involucradas en estos proyecto sobre las causas de esta desviación y las razones que se esgrimen es que se trata de un nuevo tipo de reactor que se ha abordado tras un largo periodo sin construir nuevos reactores, lo que ha provocado una falta de técnicos cualificados con experiencia real, y con una falta de experiencia industrial. Con los equipos humanos y las empresas preparadas cualquier nuevo proyecto sería mas sencillo y barato.

Probablemente los argumentos son validos, pues Corea del Sur y China, que han mantenido programas continuados de construcción, cumplen plazos y, por tanto, los costes son sustancialmente mas contenidos.

En el caso europeo se da otra circunstancia negativa: la inseguridad jurídica que da un proyecto nuclear los aleja de cualquier grupo inversor. Este hecho puede variar si la energía nuclear pasa a formar parte de la taxonomía verde de la UE, como probablemente ocurra en los próximos meses, dado que fondos de inversión que exijan este requisito podrían invertir en nucleares.

Combustible nuclear

Las centrales nucleares actuales emplean uranio, aunque es probable que las nuevas puedan también utilizar torio. Europa tiene capacidad propia de enriquecimiento y fabricación de combustible nuclear, pero no dispone de minería de uranio. Las reservas se encuentran muy repartidas (figura 5). Las que hay en Europa tienen un coste de extracción alto y algunos países, como España, la prohíben.

Importamos uranio de Rusia, pero, afortunadamente, las necesidades de uranio de un reactor son muy escasas (20 tU/año), por lo que es fácil tener una reserva para periodos de crisis (en España se dispone de reserva para aproximadamente 1 año), con lo que se tiene tiempo para actuar.

En cualquier caso, en una era pos-Putin, no se trataría de proscribir a Rusia del comercio mundial del uranio ni de otras materias primas, de lo que se trata es de diversificar. Lo que hoy pasa con Rusia mañana se puede dar en otro sitio.

Mapa con las reservas de Uranio en el mundo.
Figura 5. Reservas de uranio en el mundo. Agencia para la Energía Nuclear

Mantener las centrales en funcionamiento

En el caso español, el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) 2021-2030 contempla el cierre de los 7 reactores en operación, que proporcionan el 21 % de las necesidades eléctricas españolas, entre 2027 y 2035. Este plan de cierre fue pactado con las empresas eléctricas. En varias ocasiones han manifestado su disposición a prolongar la vida de las centrales si se les garantiza un acuerdo a largo plazo pues, según estas, soportan unas tasas inasumibles: 15 €/MWh por tasas especificas y 8 €/MWh destinados a la gestión de los residuos radiactivos, que en su casi totalidad se conservan junto a los reactores ante la incapacidad política de construir el almacén temporal previsto (ATC).

En la presente coyuntura, parece lógico suspender el programa de cierre previsto en varios países (Alemania, Bélgica o España). Incluso en un plazo corto las centrales francesas podrían incrementar su producción, pues en la actualidad su factor de carga es sustancialmente menor que el de las centrales españolas.

Hay que seguir involucrados en el desarrollo de nuevo tipos de reactores, como promueve Francia. Si no, podemos acabar en unos años dependiendo de la tecnología china o surcoreana, como ocurre ya con las células solares y las baterías para coches.

Las fuentes renovables deben seguir incrementando su participación. Su coste ha disminuido pero están a expensas de que las condiciones meteorológicas sean favorables. No se puede depender del desarrollo de tecnologías de almacenamiento embrionarias y de futuro incierto como el hidrógeno azul. Hay que investigarlas, pero es necesario diversificar también la investigación en distintos tipos de tecnologías, nunca estamos seguros de cuáles triunfarán.

Vivimos un momento crucial en el que la UE necesita tomar decisiones sobre su futuro que deben basarse en un análisis realista de los datos y no solo en idealizaciones. Por el momento, los países europeos sin nucleares lo van a pasar peor que los que las tienen.

J. Guillermo Sánchez León, Modelización matemática, Universidad de Salamanca

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

The Conversation

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