El heredero de la heladería Fili se juega todo por los clientes y abrirá un espectacular nuevo local y fábrica modelo en Tres Cerritos

Ángel Fili vive el mandato familiar con mucho orgullo y amor. La heladería, que es una marca registrada en Salta apuesta a seguir creciendo en medio de un contexto adverso.

La historia de Ángel Fili, se remonta a 70 años atrás, cuando su abuelo que vendía leche por las calles de la ciudad comenzó a hacer helados con los productos que sobraban. La máxima era que nada se desperdiciaba. Hoy la heladería Fili sigue conquistando a cientos de personas que eligen su tradicional dulce de leche, para ser exactos 9 de cada diez clientes prefieren este gusto.


Un principio básico de la familia es que “hay que dejar el lugar que a uno le tocó mejor de cuando lo recibió” y esto lo lleva grabado a fuego. Es por esto que se aventuró a levantar un edificio de 800 metros cuadrados, donde se ubica una fábrica modelo a nivel país y un nuevo local comercial en barrio Tres Cerritos (Av. Reyes Católicos 1450).

“Puede ser por una cuestión de genética, sobre todo porque en los tiempos que estamos viviendo es cada vez más difícil. Pero bueno, pensando en el origen de donde uno viene, la cultura del trabajo y del esfuerzo. Poniendo además foco en las nuevas generaciones, mis hijos, me lance a desarrollar este proyecto”, comentó con orgullo Ángel Fili en diálogo con IN Salta.

Sobre la tradicional receta del famoso dulce de leche, solo sabemos que su origen fue en un pequeño pueblo de Sicilia en Italia. Se trata de uno de los secretos mejor guardados de la familia, ya que actualmente, a pesar de tener un excelente equipo de trabajo, solo Ángel prepara la receta, que ya conoce dos de sus hijos.

¿Cuál es el motor que moviliza a la familia?

Tratar de devolver lo más posible a los clientes, sin ellos nada hubiese pasado. Retribuir su fidelidad después de 70 años y tratar de dar siempre un mejor servicio a todos los que nos acompañaron. Mi padre decía que el cliente no tiene la razón, el cliente es la razón de todo esto. Ya somos 4 generaciones en la Heladería Fili.

¿Este nuevo espacio tiene la impronta de la tradicional esquina de Sarmiento y Güemes?

Sí, tratamos de diseñar todo de igual forma en la que fue concebida la remodelación del año 1987, que estuvo a cargo del arquitecto Sepúlveda. Ese estilo art decó se buscó transpolar de la mano de la arquitecta Geist y el arquitecto Gómez.

¿Qué incluye esta nueva obra?

Un salón de venta y una planta de producción mucho más grande, con tecnología de punta. La esquina de Sarmiento y Güemes tiene espacios más reducidos. El objetivo es estar más cómodos y brindar a nuestros clientes distintas propuestas para que disfruten nuestros productos. Considero que ir a una heladería es como ir a Disneylandia, la gente viene feliz y se va aún más feliz. Tenemos que brindar el mejor servicio.

La obra se encuentra en su etapa final de habilitaciones, pero la burocracia es interminable. Llevamos dos años trabajando en este proyecto, pero se deben dar las condiciones sanitarias y económicas para que podamos abrir las puertas, quizás a finales de julio o agosto.

¿Qué implica que se den las condiciones económicas?

Depende de las reglas de juego, y como estemos posicionados. Hoy no se sabe que pasa de una semana a la otra por la situación sanitaria, pero también por lo económico. No me gusta ser pesimista pero lamentablemente, uno no ve una lucecita al final del camino. En este país te sacan las ganas de seguir emprendiendo.


¿Cuánto recurso humano tiene hoy a cargo?

Actualmente somos 10 familias que comemos con lo que veníamos haciendo. Yo calculo que se deberían sumar 15 más para este emprendimiento, pero no tengo seguridad de cómo avanzare. Si no cambian las reglas es muy posible que nos mudemos todos desde el local de Güemes y Sarmiento  a este nuevo lugar. El costo laboral, no salarial es muy alto. Hay demasiadas situaciones que se presentan, es una locura por ejemplo la industria de los juicios laborales, te sacan las ganas de seguir.

Se trata de una fábrica modelo, ¿esto que implica?

Sobre todo la tecnología, es mucho lo que se ve y más lo que no se ve, no por aventurarme pero creo que a nivel país, en el segmento artesanal no hay una fábrica como esta. Las máquinas son importadas, de la marca Carpigian, tecnología de punta de Italia. El representante para Latinoamérica de esta empresa es un amigo, y apoya el crecimiento de Fili. Él me dice que todo esto va a pasar, que lo importante es estar parado en el primer puesto para arrancar primero.

¿Cuál es su visión sobre la competencia?

Mi padre siempre me decía que cuando el sol sale, lo hace para todos. Las tiendas están una al lado de la otra y todas trabajan. Mientras que cada uno haga lo que el cliente viene a buscar y se lo brinde con cariño y respeto no te tiene que preocupar lo que hace la competencia. Depende de cada uno no defraudar a tu público, de eso se trata. Yo sigo siendo fiel a lo que mi cliente me viene a pedir, no tengo porque preocuparme por el otro.

¿Cómo se logra avanzar en un panorama adverso?

Hay una frase, “cuando una persona o empresa gasta más de lo que gana quiebra. Cuando un gobierno gasta más de lo que gana, te envía la cuenta”, esto es la inflación, el impuesto más injusto que hay. Es lo que genera pobreza y hace que las empresas cierren. Cuando se gasta más de lo que entra, es cuando empiezan los problemas. Mi familia me inculcó que hay que dar pasitos cortos pero firmes. Si entran 10 y se gasta todo, nunca se va a progresar.

Esto lo hicimos con voluntad, amor, ganas de progresar y sacrificio, eso te moviliza, porque si bien la economía tiene que ver, te saca las ganas de hacer las cosas bien para lograr cambiar tu entorno.

¿Qué necesita este país para apoyar a los emprendedores?

Argentina es una sociedad injusta, da lo mismo andar por derecha que por izquierda. Da igual que uno arriesgue una inversión o que otro no tenga ganas de trabajar. Además es una sociedad sin justicia, y esos son los parámetros que deben cambiar.

La grieta es falta de amor, falta de ponerse en el lugar del otro, eso interpreto yo. Nadie trabaja por amor al arte, hay una necesidad más amor por la profesión, hay que respetar eso. Hay situaciones que viven mis colaboradores con el gremio y son injusticias que me sacan de mi eje.

En este país se necesita acompañar a los emprendedores, incentivarlos. No hacen faltas capitales de afuera. Lo que se necesita es demostrar que en este país se puede prosperar. No se trata de recaudar más, sino de gastar menos y mejor.

Se necesitan dos cosas que son indispensables para mantener este sistema perverso, la mano de obra barata y el voto cautivo y eso solo se consigue con pobreza. La tradición de familias en la política que no dejan nada, no es bueno. Si hubiera generación real de riqueza las cosas cambiarían. Creo que hay que premiar el esfuerzo, de eso se trata.

Existe un mito sobre los meses en que está cerrado el negocio ¿Existe una heladería Fili en Italia?

No, no es así, mi papá se murió sin conocer Italia. Cuando él creció era vendedor ambulante, su oficio era zapatero y entró a trabajar como ordenanza en banco Hipotecario. Como hijo mayor de inmigrantes mi abuelo se apoyaba mucho en él. Con ahorros lograron comprar la primera fabricadora. Antes se hacía a mano el helado. Con su barquito salió a vender a las calles hasta que se instalaron sobre calle Güemes a mitad de cuadra de dónde hoy está Fili.

El mito surgió y se fue transmitiendo, la verdad es que cerramos en junio y julio para poner todo en orden. Así como mi padre y mi abuelo, hoy yo estoy a cargo y participo en todo el proceso. Nos gusta vender lo que hacemos en el día, y en invierno esto no ocurre, con lo cual aprovechamos a cerrar, descansar un poco y prepararnos para el verano.


¿Cómo se compone a la familia de la próxima generación? Y qué depara el futuro.

Tengo tres hijos, dos varones, uno estudia abogacía, otro ingeniería industrial y una mujer, licenciada en administración de empresas. Lo primero son los libros, tienen ganas de acompañarme pero antes deben recibirse. Deben estar capacitados para luego capitalizar los 70 años que tenemos de heladeros.

Estamos pensando en un proyecto que puede tener trascendencia nacional, lo estamos definiendo, pero todo depende de que la situación acompañe.