Jessica Benítez es correntina y sus primeros pasos en esta aventura de emprender los dio vendiendo zapatillas y calzas de Brasil. Hace 13 años se radicó en Salta, pero seguía haciendo viajes con regularidad para proveerse de mercadería. Sus dos hijos Fabricio y Zaira son sus motores del emprendimiento que fue mutando y creciendo hasta convertirse en F y Z indumentaria deportiva.
El último viaje fue a principios de 2020, pero cuando se terminó ese lote inició la pandemia y cerró las vías comerciales. Eso no la desanimó porque se le abrieron las vías para desarrollar su pasión por la costura.
“Como me encanta coser empecé haciendo barbijos de tela, fui una de las primeras en Salta. Recuerdo haber vendido muchísimo, en cantidades, hasta que de repente todo el mundo vendía barbijos. De nuevo la pregunta de ¿y ahora qué hago?”, contó a IN Salta. La respuesta a este interrogante fue el comienzo de F y Z tal como lo conocemos ahora.
Empezó confeccionando remeras. “Le vendía a mi cuñada por mayor porque ella las revendía. Miraba videos y armaba mis propios moldes. La primera calza corta la armé en octubre de 2020, me salió genial y se la vendí a mi tía”, recordó. La confianza de Jessica en su propia producción fue incrementando.
Recordó que se animó a cortar más, que fue comprando más telas de lycra y a hacer mil moldes. “Empecé vendiendo por mayor, todo lo hacía con una máquina familiar que de hecho mi técnico de ese momento me preguntaba cómo hacía para crear ese tipo de ropa en una máquina familiar. Eso, hasta que pude comprar una semi-industrial. Con eso logré aumentar la producción y hacer clientela en Salta porque mis primeras ventas fueron a Corrientes”, comentó.
La difusión se hizo masiva, al igual que los pedidos. Jessica se acuerda de jornadas enteras en las que solo dormía apenas tres horas, pues no se daba abasto con todos los pedidos. “Dormía poco y soñaba mucho y me alentaba en mis hijos. Hoy veo esas jornadas y todo lo logrado y no puedo sentir más que orgullo”, celebró.
La calidad de sus calzas es similar a las calzas brasileras. A cada una le pone una atención única y las clientas responden a eso.
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