El cumplimiento del Decreto de Necesidad y Urgencia que dispone el aislamiento social, preventivo y obligatorio de toda la población demandó un descomunal esfuerzo logístico.
Y operativo de las compañías mineras que operan en la Puna Salteña, que entre el viernes y el sábado lograron desmovilizar a 1.500 trabajadores que se encontraban trabajando en los diferentes yacimientos.
Antes de iniciar el operativo las empresas agrupadas en la Cámara de la Minería de Salta requirieron definiciones a las autoridades mineras y sanitarias, sobre si desmovilizar con posterioridad a la vigencia del decreto no incurría en violación al mismo, dado que el artículo 2º del DNU dice que “durante la vigencia del aislamiento social, preventivo y obligatorio, las personas deberán permanecer en sus residencias habituales o en la residencia en que se encuentren a las 00:00 horas del día 20 de marzo de 2020”.
Dado que los campamentos mineros de la Puna son lugares de residencia mientras los trabajadores hacen su turno de varios días de trabajo seguidos -la lejanía de las minas respecto a las poblaciones hacen inviable una jornada con ida y vuelta a casa-, la interpretación que puede hacerse del decreto es que los trabajadores debían hacer la cuarentena en los campamentos, donde además de seguridad e higiene, cuentan con lo necesario para los días de aislamiento.
Luego de la confirmación de que los trabajadores debían ser desmovilizados, se puso en marcha un operático que no pudo ser inmediato, no solo por la dificultad y riesgo de transitar de noche por las rutas de la Puna, sino por la cantidad de personas transportadas. Debido a ello, la logística comenzó el viernes 20 y se realizó de acuerdo con el cronograma coordinado entre la Secretaria de Minería, las empresas en operación en la Puna, Municipios y las fuerzas de seguridad locales, nacionales y provinciales, para evitar congestión o colapso en la Ruta Nacional 51.
En total más de 1.500 trabajadores fueron llevados a sus casas, previo control médico en los campamentos y durante el viaje, y como su salud está garantizada por los protocolos de prevención que fueron implantados ya desde semanas anteriores, ninguno tuvo síntomas febriles, ni tos (dos exigencias para transitar). Quedó una guardia mínima en cada campamento por seguridad de las comunidades.
Para agilizar el tránsito y mantener el cuidado de la salud, los grupos de trabajadores viajaron acompañados de enfermero en todo momento, para que las personas que trabajan en los campamentos de la Puna regresen a casa con sus familias en perfecto estado de salud.
Regresar de la Puna necesita entre 4 y 8 horas de viaje, y para mover a 1.500 personas se necesitaron más de 50 vehículos aptos para circular por la Puna, es decir, adaptados a las rutas de ripio.