Aunque muchos vaticinaban un aumento en la demanda de pollo ante la caída del consumo de carne vacuna, Gabriel Melgares, gerente general de Productos Alimenticios Sofía, una de las principales productoras avícolas de la región, aclaró que “en los últimos tres años no hubo un incremento en el consumo per cápita, que se mantiene entre 47 y 48 kilos por persona”.
En ese punto, señaló que, hacia fin de mes, incluso las ventas bajan. “La gente está muy justa. Aunque la diferencia de precio entre el pollo y la carne vacuna es grande, igual cuesta llegar. Hay productos que tienen más valor agregado, como los trozados, que se están dejando de lado”, expresó.
Lejos de aquel panorama de ensueño, indicó además que en Salta la producción se vio afectada por las bajas temperaturas que se registraron las últimas semanas, principalmente por el confort térmico de las aves. “No estamos preparados para sensaciones térmicas cercanas a los -8 grados, como las que tuvimos en junio”, detalló.
Pero además de la estacionalidad, la industria también debe hacer frente a los altos costos de los servicios, insumos y materias primas, cuyos precios siguen la tendencia internacional. “Estos ajustes impactan no solo en nuestro sector sino en todas las actividades, y aún estamos tratando de adaptarnos a estos nuevos parámetros”, explicó.
A este panorama se suma la competencia creciente de productos importados, principalmente desde Brasil. Según indicó, en los últimos cinco o seis meses ingresaron a Salta alrededor de 4.700 toneladas mensuales de productos avícolas procesados, como prefritos, pechugas, filetes y carne mecánicamente separada.
Para finalizar, advirtió que la industria local compite en desventaja por la alta presión fiscal y un marco laboral inflexible. “No estamos en contra de la competencia, pero necesitamos inversiones, reglas claras y condiciones similares para poder competir y también exportar”, concluyó.