Con 11 años de trayectoria, Blue Sheep, la firma fundada por la diseñadora Catalina Chavanne, llegó a Salta para acercarse a nuevas clientes y reforzar el vínculo con quienes ya la eligen.
Pensada para acompañar a las mujeres en cada momento del día, sus prendas se adaptan a cualquier ocasión, del look casual al estilo más elegante. “El objetivo es servir a la mujer en movimiento”, contó a IN Salta.
Desde aquella modesta colección inicial de sweaters confeccionados con esmero a partir de remanentes textiles, Blue Sheep experimentó una notable evolución. Hoy tiene cuatro locales estratégicamente ubicados en Buenos Aires y compite de igual a igual con marcas con más de 25 años de trayectoria.
La visión de Catalina Chavanne, forjada durante sus ocho años de experiencia como diseñadora para una marca americana, fue clave: le brindó una perspectiva única sobre la importancia de la calidad, el diseño y, sobre todo, la conexión con el público.
Progresivamente, la marca amplió su oferta, incorporando camisas, vestidos y otras prendas que responden a las necesidades y deseos de su comunidad, manteniendo siempre su compromiso con las fibras naturales y la producción nacional.
Con un equipo de aproximadamente 40 personas dedicadas a mantener la esencia de la marca, Blue Sheep continúa apostando por un crecimiento sostenible, sin perder de vista el principio fundamental que la vio nacer: escuchar atentamente a sus clientas.
Para quienes estén en Salta, la marca ofrece un pop up store en Las Durrieu (José Hernández 640, en San Lorenzo) y también su shop online, para adquirir sus prendas de una forma cómoda y accesible.
El peculiar origen del nombre
El nombre "Blue Sheep" encierra una historia personal y profundamente emotiva para su fundadora, Catalina Chavanne. Surgió de la singular combinación de una entrañable canción de cuna inglesa, "Baa, Baa, Black Sheep", que Catalina solía cantar a su hija recién nacida, y su propia experiencia con la depresión posparto, también conocida como baby blues.
La repetitiva melodía infantil se convirtió en una suerte de "mantra" durante sus primeros días como madre. Inicialmente, la idea de nombrar su marca "Black Sheep" rondó su mente, pero la connotación negativa asociada al color negro la llevó a reconsiderar su elección.
Paralelamente, su vivencia del baby blues, que describió como un período de llanto incontrolable a pesar de sentirse inmensamente feliz con la llegada de su hija, marcó un antes y un después en su vida personal y profesional. "Entendí que el baby blues no era solo para gente sin nada que hacer, como yo creía. Estaba pariendo una hija y, sin saberlo, también una marca", concluyó.