Los “amigos bigoteros” saben de la mística futbolera que rodea el local de la Avenida Bicentenario. Cuando hay partido, las mesas se paralizan y todo es arenga para los colores del corazón. Hoy, cuando no existe más bandera que la celeste y blanca, cuando todo el planeta es un grito de gol argentino, y la magia nos muestra que todo puede pasar, Bigotes lleva esta pasión a cientos de miles de kilómetros y ahí, a metros del “Messias” en su momento de más euforia, Bigotes sacó sus colores para acompañar el festejo. “No, es imposible poner en palabras lo que sentimos cuando Messi metió el gol y después vino a festejarlo tan cerquita nuestro”, nos relata el gerente de la firma Matías Goldáraz. Adentro y afuera de la cancha la experiencia es memorable. Siendo el primer mundial que Matías puede presenciar, todo es aprendizaje, disfrute, pasión y novedad.“Nos quieren mucho, ven con mucho entusiasmo a los colores argentinos, la gente es muy buena y nos han tratado con mucho afecto”, comentó.
Aquí en Salta también sus amigos lo alientan y le piden que grite los goles con todas las gargantas que se quedaron sin poder ir.
Además, ya se convirtió en la cábala de su grupo. Mandó dos fotos en el último encuentro y Argentina anotó dos goles ¿Casualidad? Es probable, pero ¿Por qué arriegarse? Ellos ya le están pidiendo que mande más para el encuentro ante Francia.
Las comidas típicas de Rusia tientan al paladar de Matías, pero él le lleva tranquilidad a sus clientes: “No verán un aderezo ruso en el menú, yo ya prometí que en Bigotes el sabor no se negocia”, bromea.