La pobreza creativa y falta de profesionales queda en evidencia al mirar las acciones de las redes sociales con errores de ortografía, fotografías donde hay ausencia total de ganchos emocionales, y contextos artificiales poco creíbles, donde vemos candidatos en situaciones que poco suman al armado del imago que debe cumplir un servidor público que represente los intereses de los salteños.
Las salidas al territorio a recorrer barrios y visitar vecinos será uno de los desafíos donde se evidenciará esa distancia entre lo real y la construcción artificial desconectada. La coherencia será el gran desafío y lo mejor que puede hacer un candidato es mostrarse como es, tanto en las redes, los medios como en el territorio.
Pensar que se puede vender un político sin investigación previa es tan improvisado como querer cortar el pasto con un cuchillo Tramontina. Y hacer una campaña agregando atributos que no son propios es su carta de desconexión.
Si el encuentro uno a uno con el votante es cordial y sin reclamos, entonces no se ha logrado el objetivo de posicionamiento, ya que el propósito de un político es llevar a la sociedad un paso mas allá del estado actual, "generando las conexiones y contextos para que se confíe en el".
El votante detecta rápidamente cuando una campaña carece de una intención superadora, y cohercionado por el estado, termina votando al menos peor, en un abanico que solo ventila los edores de la improvisación de propuestas repetidas y problemáticas estructurales sin solución.
Ramiro Barón es Licenciado en Comunicación Social. Estudió en la Universidad de Buenos Aires, se especializó en investigación de mercado, Opinión Pública y es asesor en comunicación estratégica. Actualmente, entrena personas con metodología neurocoaching con el objetivo de crear líderes en los ámbitos laborales, políticos y profesionales.