“La idea de Jugos Queicos arrancó desde una situación no tan buena. Yo no tenía trabajo y en mi casa había una bici viejita, como de más de diez años, yo la vi me dije ´es un negocio´ al cual lo pudimos concretar con mucho sacrificio”, comentó a IN Salta.
La propia historia de la bici es muy particular ya que supo entretener a su hermana y hacer más llevadero su Síndrome de Down. Hoy el vehículo conserva esa mística y la pequeña, al tanto del emprendimiento pide su parte de la sociedad “Ahora quiere un delantal para vender jugos conmigo”, confiesa Julián mientras sonríe por la iniciativa.
El sabe que el éxito no se logra casi nunca solo, y contar con un equipo con las mismas ganas de emprender es fundamental.
“Yo siempre hablo en plural porque quiero reconocer a todos los que me ayudaron a llegar a donde estoy. Nadie se salva solo y es así que hoy estamos al lado de otro gran emprendedor, Seba Romero de Bicicafé y me hace muy bien verme comprando los productos con la seguridad de que los voy a vender en un lugar físico, el Bicicafé de Zuviría 333 que trabaja con productos internacionales”.
La era de los food bikes
Sebastián es un pionero de la idea y yo estoy en este camino también, pero es algo que ya se realiza en el mundo, es la era de los food bikes. Es muy piola porque es económico, limpio y sustentable. Mi sueño no es ser el único, por el contrario, quiero que más emprendedores conozcan el proyecto y nos copien, que nos llenemos de food bikes con gran impacto social. Esperamos tener el acompañamiento político necesario porque es una idea ganadora y que gusta mucho” auguró.