En la provincia de Salta se produce por primera vez en el país un ají molido coreano —conocido como gochugaru— bajo la marca Picor, creado por el restaurante Una Canción Coreana, pionero de la gastronomía coreana en Buenos Aires. El proyecto combina semillas híbridas importadas desde Corea con la producción local salteña, marcando un hito en la integración entre la cocina étnica y la agroindustria argentina.
La iniciativa surgió de la necesidad del restaurante de asegurar la calidad y el abastecimiento de uno de los ingredientes más representativos de la cocina coreana: el ají rojo molido, base del tradicional kimchi y de salsas como el gochujang. Con una inversión inicial de 100.000 dólares, el emprendimiento ya completó su tercera cosecha y cuenta con registro para su comercialización en el país y para exportación.
Según Víctor Ho, director comercial de Picor y socio gerente de Una Canción Coreana, el proyecto busca combinar autenticidad y calidad con el potencial productivo salteño. “La diferencia se nota en el sabor, el aroma y el color. Empezó como una necesidad para nuestros restaurantes, pero hoy estamos listos para competir en el mercado y proyectar exportaciones”, afirmó.
El cultivo ocupa actualmente cinco hectáreas en el norte provincial, con un rendimiento estimado de seis toneladas de ají seco por temporada y el objetivo de alcanzar las 25 hectáreas en el mediano plazo. La producción cuenta con el respaldo técnico de la empresa coreana Nongwoo Bio, que capacitó al equipo argentino en prácticas agrícolas y de molienda para garantizar la trazabilidad del producto.
Con una demanda local en constante crecimiento —más de 100 restaurantes coreanos operan actualmente en Argentina—, Picor apunta a convertirse en el principal proveedor de ají coreano para el mercado gastronómico nacional y a expandirse hacia América del Sur. En una segunda etapa, el plan contempla la exportación de lotes premium a Estados Unidos, el mayor mercado mundial de cocina coreana.
El ají Picor se lanzará en presentaciones de 250 gramos y medio kilo, disponibles en restaurantes, supermercados étnicos y tiendas especializadas. Desde los campos salteños hasta las cocinas del país, este emprendimiento demuestra cómo la innovación y la pasión por la gastronomía pueden transformar un ingrediente en una historia de desarrollo con proyección internacional.

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