El IV Encuentro Internacional Universia de Rectores, celebrado en Salamanca con motivo de los 800 años de su prestigiosa universidad. Reunió a los líderes de más de 600 universidades -representando más de 10 millones de alumnos- de 26 países para reflexionar juntos sobre los profundos cambios de paradigmas que condicionan su rol en la sociedad y la economía del conocimiento. Del evento participaron además 1.200 asistentes entre los que se cuentan políticos, empresarios y corporativos de varios continentes.
De este acontecimiento histórico, que inauguró ayer el rey de España, Felipe VI, participó especialmente invitado, el Ing. Rodolfo Gallo Cornejo, rector de la Universidad Católica de Salta.
En el encuentro, el debate se centró en aspectos estratégicos como la aceleración de la innovación y la globalización, los cambios demográficos, la contribución de la investigación científica a la mejora de la calidad de vida, la preparación de jóvenes y adultos para un mercado laboral más complejo y apenas predecible; destacando la gran responsabilidad que tienen las universidades, en este sentido.
Al cierre de este evento, el rector Gallo Cornejo señaló que “el gran desafío en este contexto actual de cambio constante y vertiginoso es consolidarse como una Universidad que tenga la flexibilidad de adaptarse sin perder excelencia académica y a partir de allí, ser capaz de liderar el cambio“ y destacó los espacios de networking que se propiciaron para el intercambio de opiniones y experiencias entre pares, “se conformó una especie de red euro-ibero-americana del conocimiento y del nivel superior que nos da mucho orgullo decir que Salta la integra con UCASAL“.
Documento de Salamanca
“El efecto de la revolución tecnológica está ya aquí y muchas industrias están sintiendo su impacto. La Educación Superior no es la excepción, y varias tendencias tecnológicas y sociales tienen el potencial de transformar el modelo educativo y operativo de las universidades. Es una prioridad que los líderes educativos no solo conozcan sino que lideren esta revolución, anticipando cambios de paradigma en función de las nuevas realidades imperantes“, expresa la Declaración de Salamanca que se emitió hoy.
En el documentan apuntan algunas acciones y programas especialmente relevantes para las universidades, tales como: flexibilizar y aplicar métodos educativos innovadores y repensar los procesos organizativos, administrativos y de sostenibilidad; alianzas, cursos y certificaciones con empresas de diferentes industrias; nuevos y alternativos modelos de certificación e integración con plataformas globales; ofertas formativas híbridas y programas de capacitación y actualización en el lugar de trabajo, en el marco de una formación adaptada a las necesidades del estudiante y que se extiende a lo largo de la vida; nuevas titulaciones, en especial aquellas relacionadas con las ciencias computacionales, la inteligencia artificial, la ciencia de datos y la tecnología; y un mayor énfasis en la educación humanística, así como en las competencias transversales de los estudiantes.
La investigación en las Universidades
El documento de Salamanca habla especialmente de la investigación y la formación de investigadores como un distintivo de la Universidad.
“El modo de hacer investigación ha cambiado y las universidades deben adecuarse a ello. Por una parte, hay otros organismos, tanto públicos como privados, que son, hoy día, agentes activos en investigación. La universidad debe interactuar y colaborar con ellos. Por otra parte, la sociedad debe percibir, tanto en el ámbito local y regional donde la Universidad se inserta, como en el global, y en una realidad en la que el conocimiento no tiene fronteras, que la investigación de las universidades aporta valor. Esto es, que usa sus recursos y su autonomía para el estudio, en libertad y al servicio de los intereses generales, de los problemas que afectan y preocupan a la sociedad. La Universidad debe hacer un esfuerzo por informar y explicar qué hace, por qué y para qué. Para ello, la investigación debe ser abierta, participativa y colaborativa, lo que obliga, también, a revisar los paradigmas de financiación y evaluación de las universidades y de los investigadores“, expresa el comunicado.
Finalmente, el documento señala que “la investigación debe ser interdisciplinar abarcar todas las áreas, prestando especial atención a un equilibrio armónico y sostenible entre los avances tecnológicos y científicos, especialmente los más disruptivos, y los valores humanos. Los debates mantenidos sobre la contribución de las universidades al desarrollo social y territorial ponen de manifiesto la existencia de profundas desigualdades en nuestras sociedades. Las universidades reflejan estas desigualdades y no pueden eliminarlas por sí solas, pero sí pueden y deben ser una parte importante para su solución, siendo ejemplos de equidad y diversidad, y actuando como agentes transformadores del sistema económico y social. Para ello, necesitan fortalecer las colaboraciones con diferentes sectores de la sociedad, incluyendo, entre otros, a la iniciativa privada, a las comunidades locales, a los medios de comunicación, a la clase política y a las organizaciones no gubernamentales, además de otras universidades“.