Luego de meses de conflicto, tensión, diálogo y búsqueda de alternativas, el conflicto entre los manteros que se instalaban en el centro de la ciudad parece encaminado a una solución definitiva. Y esa solución parece ser por ahora la relocalización de la mayor parte de ellos en playas de estacionamiento del centro de la ciudad, donde dejarán de ser ambulantes ilegales para convertirse en comerciantes legales.
El conflicto es de larga data. Durante los últimos años y al amparo de la crisis económica, cientos de pequeños comerciantes se instalaban en las peatonales Alberdi y Florida desde el atardecer, apenas cerraba el comercio establecido. Los problemas comenzaron cuando muchos de ellos quisieron instalarse todo el día, vendiendo en muchos casos los mismos productos que los locales céntricos en una suerte de competencia desleal. Pero además proliferaron tantos manteros que en algún momento resultaba difícil caminar por las peatonales, que se habían convertido en tierra de nadie.
Un dramático hecho de violencia fue determinante para que, en octubre pasado, la intendenta Bettina Romero decidiera aplicar “mano dura” y expulsar a todos los manteros de las peatonales. A fuerza de protestas, cortes de calle y negociaciones intensas, los manteros lograron de la Municipalidad un permiso provisorio para instalarse en tres manzanas del parque San Martín hasta el pasado 8 de enero, apenas concluida la celebración de Reyes.
En el interín, un grupo de manteros se organizó y alquiló una playa de estacionamiento céntrica para convertirla en su propia feria. Otro sector comenzó negociaciones con las autoridades del Mercado San Miguel para hacer lo mismo con la playa subterránea de ese centro comercial, que será reconvertida con puestos comerciales. Ese nuevo espacio sería habilitado recién dentro de 10 días.
El pasado lunes la Municipalidad retiró todos los elementos de los manteros del parque San Martín y los notificó que, aquellos que no se relocalizaron en las “nuevas” ferias, debían hacerlo en las más de 50 ferias barriales que se instalan cada fin de semana en la ciudad. El sector más combativo resiste la medida y organizó protestas por las calles del centro el lunes y martes. Sin embargo, la respuesta de la Municipalidad fue contundente: no hay marcha atrás.