Pastelería Roma, un clásico salteño con casi 70 años de dulzura ininterrumpida

Algunas recetas de las masitas y tortas fueron anotadas y otras se transmitieron oralmente de generación en generación: desde los ‘50, pasar y comprar algo rico es una tradición salteña.

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Corría el año 1940 cuando Teodora Bernal y Domingo Dal Borgo pusieron su primer almacén en la esquina de Pueyrredón y Entre Ríos, sentando las bases de lo que se convertiría en uno de los negocios más emblemáticos de Salta. 

El llegó desde Italia y ella desde España, y aunque primero aterrizaron en Córdoba, el destino les tenía preparado un gran futuro en el norte. Después de experimentar algunos años con el almacén y de hacer algunos contactos, Domingo le propuso a Benicio Covi comenzar un proyecto juntos y así fue como en 1951 surgió la primera pastelería de Salta.

Luego de mucho trabajo compartido, los socios decidieron emprender caminos separados y en los ’80 Pastelería Roma tomó forma, amplió su oferta de productos y quedó establecida como hasta ahora. 

Los desempeños comerciales de Amadeo y Orlando Dal Borgo, los hijos de Teodora y Domingo, fueron fundamentales en esos años de crecimiento y diversificación. Tras el fallecimiento de Amadeo en 1984, Gladys Abdo, su esposa, entró en la sociedad con Orlando, con la firme decisión de mantener los valores y modos de trabajo heredados por la primera generación familiar.

Desde muy pequeño, Daniel Dal Borgo, el hijo de Amadeo y Gladys, aprendió a manejar el negocio; así que no le fue difícil ayudar a administrarlo cuando su papá ya no estaba. Por otra parte, Luciano, el hijo menor, estudió abogacía durante 6 años en Córdoba y cuando su tío Orlando, falleció, decidió volver a Salta para trabajar junto a su madre y hermano.

Entre milhojas y alfajores

Desde hace casi 70 años, los paladares más exigentes de Salta llegan hasta Pastelería Roma a satisfacer sus antojos dulces. En Pascuas, en el Día del Padre, de la Madre, del Niño y en las fiestas de Fin de Año, no pueden faltar las masitas y tortas cuyas recetas fueron anotadas y transmitidas oralmente por Teodora Bernal a sus sucesores.

“Hay clientas de 70 años que nos cuentan que hicieron su torta de casamiento acá o mujeres de 50 que vienen y nos dicen que a su torta de 15 se la prepararon en esta pastelería. A nosotros nos llena de emoción, porque eso significa que los valores de trabajo y honestidad de mis abuelos siguen presentes en la empresa”, dijo Luciano Dal Borgo en una entrevista con IN Salta.

La instalación de la marca es tan fuerte que actualmente algunos nietos llegan hasta Pueyrredón y Entre Ríos a pedir los alfajorcitos que comían y les convidaban sus abuelos, al igual que en muchas familias del barrio y de alrededores en las que prevalece la costumbre de pasar por Pastelería Roma a comprar algo rico para compartir el domingo.

“Creo que logramos que nuestros productos sean un clásico, así como el helado de dulce de leche de Fili. Los sabores han conquistado a nuestros clientes y el recuerdo de esos sabores es lo que los hace volver siempre, a ellos, a sus hijos y nietos también”, agregó Luciano Dal Borgo

La ubicación estratégica del local, la calidad de la materia prima, la calidez de la atención, la dedicación y el cariño a los clientes, hacen de Pastelería Roma un negocio excepcional en el que además de masitas y tortas, se ofrecen bombones, golosinas, algo de cotillón, insumos de pastelería, de panadería y artículos de bazar.

“Cuando un negocio es familiar, hay mucho de sentimiento, mucho corazón. Tenés que vivirlo para entenderlo. Ya no parece un negocio, sino que es una familia. Va más allá de un toma y saca, es algo muy especial”, dijo Luciano a IN Salta.

Por su parte, Daniel Dal Borgo, con su hijo en brazos, agregó: “El mejor legado de mis abuelos es la cultura de trabajo y la honestidad. Todas las épocas tuvieron sus cosas buenas. No hay que quedarse pensando que lo de antes era mejor. Quizás la cuarta generación nos sorprende aún más”.

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