Santa Rosa de Tastil cerró una semana vibrante con la 2° Fiesta de la Tradición “Entre el Cielo y la Tierra”, un encuentro que reunió a copleros, comunidades indígenas, emprendedores, socios de la Cámara de Turismo, prensa especializada y turistas que llegaron desde distintos puntos del país para vivir una experiencia cultural que ya se consolida como marca registrada del NOA.
El corazón del festival estuvo en la voz de los copleros, que llegaron desde La Troja, La Poma, Cachi, San Carlos, Jasimaná, San Bernardo de la Zorra, los parajes de la Quebrada del Toro, Iruya, Nazareno, Rosario de Lerma, Campo Quijano, Orán, Cerrillos, Coronel Moldes, Salta Capital, Jujuy y Catamarca.
La diversidad de tonadas y estilos, algunos con más de siete variantes tradicionales, convirtió al concurso en una verdadera postal viva del canto ancestral.
El primer puesto fue para Eva Arjona de (Cachi), con una lírica y entonación impecables. El segundo y tercer puesto fueron para Ernesto Colque (Rosario de Lerma) y Nelson Carrasco (Salta Capital), dos gauchos pícaros que con ingenio y humor conquistaron al jurado.
El evento contó con el apoyo institucional del MAAM, que encabezó la presentación oficial, y de la Secretaría de Cultura del Gobierno de Salta. También se destacó el aporte de la Feria del Viaducto del Río Toro, que ofreció un desayuno para la prensa, y de Leal Bus, que impulsó el primer paquete turístico integral para Tastil. Medios de comunicación locales y nacionales acompañaron con amplia cobertura, reflejando el interés creciente por las expresiones culturales del norte.
Más que un festival, esta edición reafirmó una certeza: cuando la comunidad, la cultura y el turismo trabajan con visión compartida, el territorio se potencia. En Tastil, la tradición no es un recuerdo; es una energía que se comparte, se celebra y se proyecta.
A 3.500 metros de altura, mientras el eco de las cajas se pierde entre los cerros, Santa Rosa de Tastil vuelve a demostrar que la cultura andina no solo resiste: late con fuerza propia. Porque aquí, entre el cielo inmenso y la tierra que lo sostiene todo, la copla no es pasado: es futuro en estado puro. Y cada verso que se entona en la Quebrada del Toro confirma lo que ya nadie puede discutir: cuando el norte canta, el país escucha.
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