Desde el retorno de la democracia en 1983, la familia Pallarols tomó la responsabilidad y el honor de obsequiar los bastones de mando para los presidentes que eligieron los argentinos, pero su trayectoria no se limita a este hecho, nada menor por cierto, sino que toman con el mismo amor encargos para otros eventos y lugares.
“A todos los encargos los tomamos con mucha responsabilidad asumiendo que son muchos aspectos que vamos a tener que simbolizar en una sola pieza. Para nosotros no hay trabajos más o menos importantes, cada uno es único y le ponemos el corazón al oficio de jugar, de crear una pieza con un gran valor social, sea bastón, un cáliz o una rosa”, comentó Pablo Pallarols, el artista que eligió Salta para vivir.
“Todas las obras tienen su trascendencia y por eso me concentro en el trabajo, ese es el secreto, me involucro en cada creación”, agregó.
La historia comenzó a escribirse hace muchísimos años cuando sus bisabuelos llegaron desde Barcelona junto a su abuelo de tan solo un año. La familia eligió Argentina para instalarse y ese pequeño creció en su oficio, el que le permitió alimentar a ocho hijos. Dos de estos hermanos se asociaron para seguir la tradición, uno de ellos es el famoso Juan Carlos, tío de Pablo.
A cada generación, la plata y la alpaca le fueron imprimiendo la piel y el alma y ellos también, con cada nueva incorporación le fueron dando algo a este arte.
“Me acuerdo que a los cinco años jugaba con maderitas y chapitas de gaseosa para hacer mariposas para mi mamá, luego ya un poco mayor me encargaron los arreglos para las telas de un sagrario de San Justo, era muy jovencito y asumí una gran responsabilidad. A los encargos que le llegaban a mi papá los quería hacer yo, que nadie toque nada. Lo mismo que ahora, hoy tenemos bebés en la familia que crecen y se despiertan con los ruidos de las máquinas y el cincel”, señala.
Los bastones
El bastón que recibió el gobernador Gustavo Sáenz, “está inspirado en el salteño -que tiene que estar presente en la gestión-, que el mandatario tenga una joya que le recuerde que el poder le pertenece a la gente y no a él”.
El diseño cuenta con el escudo de Salta, en la parte superior el escudo argentino adornado con dos racimos de uvas representando el canto, la guitarra y el vino, la simbología lo que Salta tiene para ofrecer al mundo. Debajo, los cerros de la puna con la peregrinación de su gente.
El bastón de la intendenta, por su parte, se destaca por la femineidad de sus formas que refleja a la primera intendenta mujer. Su confección requirió una mayor atención al detalle y las formas.
Pablo Pallarols logró de esa manera el perfecto balance entre el arte y la responsabilidad que encierra la simbología de su creación, hoy en manos de dos mandatarios salteños.
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