En el marco de la festividad de San Patricio se realizó la “experiencia Siete Cholas”, un evento en el que no sólo pudimos disfrutar de una muy buena cerveza artesanal, sino ser testigos de primera mano del proceso de elaboración de una de las cervezas artesanales más importantes de la región. La experiencia quedó en manos del maestro cervecero Federico Armanini quien le puso todo su conocimiento y buena onda a la noche del viernes.
“Somos el resultado de la juntada de dos amigos. Mi socio Fernando Saavedra vivía en Córdoba, yo en Buenos Aires, pero también estuve viviendo en Brasil donde descubrí que la cerveza podía ser algo más que lo que tomábamos en Argentina. Dijimos que era momento de hacer algo juntos y yo le dije que a mí me gustaba la cerveza artesanal. Compramos la maquinaria y empezamos todo el proceso de generación de la marca, renuncié a mi trabajo en Buenos Aires”, recordó este osado emprendedor.
El que sabe…
Cebada malteada, agua, lúpulo y levadura son los cuatro ingredientes básicos para la elaboración de la cerveza. Pero a todo eso se le agrega la experticia de estos amantes de la cerveza que no tranzan por nada menos que la perfección.
El viaje de la cerveza empieza adentro, en la sala de laboratorio, con los granos de cebada malteada. Es un proceso en el que se humedece la semilla para que genere germen, con tallitos y raíces. La semilla descompone el hidrato de carbono en azúcares.
El mosto es el segundo paso, la base de la cerveza. Federico asegura que el verdadero cervecero no hace cerveza sino “un juguito muy rico para que la levadura haga la cerveza. Ella es la responsable de todo”, confió.
Luego se destilan los agentes que pueden contaminar la cerveza y crear sabores rancios. Los fermentadores isobáricos que tiene esta firma y otra más en Salta, tienen la capacidad de almacenar el mosto y resistir la presión que genera la gasificación natural de la cerveza.
Paciencia, sapiencia, y el resultado se siente en la barra.
Los siete estilos de Siete Cholas
Seguramente a esta altura de la nota, te preguntarás por el peculiar nombre del emprendimiento. Todo empezó cuando estos amigos dejaron su imagen en manos de una empresa de marketing de Córdoba. “Sabíamos que queríamos una marca regional, identificable en todo el mundo, que no tenga techo. Una imagen que represente la zona geográfica en la que estamos sin ser Salta, Norte o Argentina, pero que cualquiera pueda identificar”, señaló Federico.
“Empezamos con collas, los collas, pero luego vimos en la chola la imagen súper fuerte de la mujer que mantiene la casa, que une la familia, que camina 14 kilómetros para estar con la familia, cargando leña o con lo que sea y nos enamoramos de la chola”, aseguró. Y claro, no podían estar ausentes los siete estilos de cerveza de la firma.
“No son sabores, son estilos; es algo más complejo. Es un conjunto de características como armonía, sabor, dulzor, cuerpo”, explicó. En este caso tenemos a la Hefeweizen, Quinoa Ale, Blonde Ale, Honey, Scotish Ale, Porter, y Mandarin IPA.
Imparables
En abril del 2019 sus fundadores viajaron a Denver, Colorado, En Estados Unidos; a la CBC (Craft Brewers Conference). Ahí entendieron que el futuro del consumo tiene que ver con la lata, por la conservación del producto, la fácil manera de transportarla y la posibilidad de reciclar de manera sencilla.
Desde Buenos Aires los llamaron para formar parte de un proyecto nacional que consistía en llevar a las góndolas de los supermercados a una cerveza característica de cada punto del país.
Hoy en día la proyección es imparable y venden en toda Argentina a través de cuatro cadenas de supermercados. En ellos se consigue el particular sabor de las latas Blonde Ale, IPA y Porter.
La apuesta, volvió a Salta en estos días con un local propio, un bar ubicado en General Güemes 1640. ¡Absolutamente recomendable!
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