Hace ocho años Rocío le daba un giro a su vida regresando a Salta mientras aún estudiaba Abogacía, sin sospechar que la propia vida tenía un giro inesperado para ella. “Nunca soñé crear una empresa. Yo estudiaba Abogacía y cuando me vine a vivir a Salta me entero que estaba embarazada”, recordó. Ella no es una mujer que se queda en casa y, ante las circunstancias, tuvo que repensarse para complementar su creatividad con su capacidad para vender y la necesidad de compartir tiempo con su hijo.
Se inició así en la venta de remeras y descubrió su capacidad para el comercio, talento que lamentablemente no hallaba el respaldo necesario en sus proveedores. Una vez más, le tocó una situación de crisis que lejos de desanimarla, la llevaba a la acción; al ver que no le llegaban los productos que solicitaba, decidió hacerlos ellas.
Pero sus inicios no fueron fáciles. “Hay una línea muy delgada entre lo que uno cree que puede hacer y lo que realmente puede hacer. En este sentido, los emprendedores tienen que convencer a su entorno que son capaces de concretar sus proyectos y hacerlos crecer”, recomienda. El primero en depositar su confianza en ella fue su papá. Ella decidió avanzar aplicando una técnica que permite lograr creaciones espectaculares: la sublimación.
Con la producción lista, Rocío halló un nuevo inconveniente para resolver pues los artesanos no miraban con buenos ojos una producción industrializada en sus ferias y no estaban dispuestos a darle un lugar. “Encontrar un lugar para vender Gloss fue muy difícil. Los artesanos me pusieron mil peros, por la característica de mis prendas. Yo no coso a mano porque esas prendas se desarman. Si uno piensa así en la manufactura y reniega de las máquinas que tiene disponibles, no crece como empresario. Las máquinas pueden ser aliadas y estar al servicio de la producción”, aseguró.
No se conformó con la negativa y dobló la apuesta; esta vez con el apoyo de su esposo, se compró una máquina overlook para diversificar la producción. Surgieron así los ponchos para el invierno, vestidos para damas, prendas para niñas y las bombachas segunda piel, pero con diseño de su propia creación. “Fue una locura, pero las llevé a una feria alternativa que se hacía en un bar y las mujeres quedaron encantadas. Venían de Buenos Aires a comprarlas, y se vendían re-bien”, recordó.
Hoy Gloss es la amalgama perfecta entre industria y diseño. Sus producciones, fabriles, son hechas para la mujer real que quiere vestir bien. “Lo importante es dejar atrás los estereotipos que nos imponen desde Buenos Aires en donde todo es cálculo y de un rollo de tela salen mil remeras exactamente iguales. En el norte la mujer es más rellenita; tiene sus curvas. Yo largo por temporada una equis cantidad de modelos para la mujer que quiere estar cómoda y busca algo que sea práctico. Me complace que la mujer se sienta cómoda y que disfrute de usar estas prendas”, concluyó.
A las prendas de Gloss las encontrás todos los sábados en la feria de la plaza de la Legislatura, sobre calle Mitre; y los domingos en la Feria de la Asociación Apacha en calle Ameghino, al costado de la Estación de Trenes. También la podés buscar en Facebook como Rocío Gloss.
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