Siempre se ha dicho que Salta es una provincia machista y algunas estadísticas como la cantidad de femicidios por habitantes parecen confirmar esa afirmación. Pero para ahondar aún más en ese punto, ayer se conoció un informe elaborado por el sitio web Economía Femini(s)ta, que revela que en nuestra provincia las diferencias salariales entre hombres y mujeres son abismales, al punto de que estamos ubicados entre los tres distritos más desiguales del país en esa materia.
El informe indica que la Argentina es uno de los países de Latinoamérica con la brecha salarial más alta, ya que en la mayoría de los países alcanza un promedio de 12,6%. Esa diferencia es explicada por elementos que varían de acuerdo al mercado de trabajo.
En el promedio nacional, las mujeres ganan en Argentina en promedio 27,2% menos que los hombres. El relevamiento señala que la problemática no es reciente, y agrega que la brecha “ha disminuido relativamente poco desde 2003 hasta la actualidad para el empleo registrado, y aumentó para el empleo no registrado, en donde el porcentaje de mujeres en esas condiciones es mayor inclusive que el de varones”.
A continuación, el documento ubica a la provincia en el podio de las peores. “En provincias como Misiones, Salta y Chubut la situación se agrava dramáticamente, porque las mujeres ganan alrededor de un 65% menos que un hombre”, señala.
Al desagregar la información de acuerdo al nivel de instrucción, el informe de Economía Femini(s)ta indica que en la franja de trabajadores con estudios secundarios incompletos, que está caracterizada por los bajos salarios, las mujeres reciben un salario promedio 47% menores que sus pares hombres. Cuando el nivel de instrucción es superior, la brecha disminuye. Sin embargo “esto no es lineal”, porque en Argentina “solo el 7% de los altos cargos ejecutivos (CEO) en empresas están ocupados por mujeres y aquí la brecha salarial asciende a más de 40% en desventaja para las mujeres”.
La economista Mercedes D’Alessandro, una de las principales referentes del estudio, concluyó que más allá de las diferencias circunstanciales entre sexos, “a pesar de realizar muchas veces el mismo o similar trabajo, ganamos menos que nuestros pares varones”.
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