Ante el desafío de liderar, Elizabeth García, a cargo de Productos Marisa reconoce: “todos los miedos que sentía en un principio se fueron convirtiendo en mis objetivos”

Elizabeth García con 30 años y dos hijos, tiene hoy la enorme tarea de llevar adelante la empresa Marisa, con toda la tradición de esta marca dedicada a la producción de papas fritas y snacks desde 1971 y con un equipo de trabajo integrado por 30 familias.

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En los últimos años, la realidad de la empresa Marisa, que tiene 50 años en el rubro de los productos de copetín y snack en Salta, cambió rotundamente. Desde sus procesos y organización interna hasta su imagen externa. Esto se dio de la mano de Elizabeth García, quién, junto a su esposo, Martín Jiménez en una primera etapa, emprendieron el enorme desafió de hacerse cargo de la empresa familiar que hoy ella lidera.

“Tengo 30 años, mi esposo tiene 32 y tenemos dos hijos, una nena de 11 y un varón de 6. Con mi marido fuimos padres muy jóvenes, y esto nos hizo muy responsables. Hoy tenemos la familia que soñamos, en nuestra unión el amor es sumamente importante. En mi vida, primero me dedique a ser madre y una vez que vi a mis pequeños independientes empecé a estudiar administración de empresas”, recordó Elizabeth.

El sumar herramientas específicas para manejar una empresa seguro hizo que su esposo viera en ella una compañera también para los negocios. En 2017 Martín Jiménez quedó a cargo de la empresa Marisa, pero bueno las responsabilidades y el estrés que conlleva estar al mando, le jugó una mala pasada de salud y tuvo que retirarse en plena pandemia. “A pesar de que yo ya lo estaba ayudando desde 2019 en la parte administrativa, organizando papeles, viendo tema bromatología, en todo lo interno, el peso fue mucho y tuvo que dejar la empresa”.

Pero la vida da muchas vueltas como siempre se dice y el camino de Elizabeth la sorprendería. “Nunca me imaginé que la persona que mi marido, mi suegra Marisa y su hermano Cristian veían capacitada y con la fortaleza de seguir con la empresa era yo. Esto fue algo que no me esperaba, ellos me pidieron que siga, era algo que se necesitaba. Entonces en 2020 dejé mis estudios y le di prioridad a lo que nos daba de comer, a mí y a 30 familias más entre empleados y repartidores”, afirmó con mucho orgullo. 

Al mismo tiempo recordó que siempre contó con el apoyo del fundador de la empresa Alfredo Raúl Martinini, quien falleció el año pasado antes de que se presentara la renovación de la empresa. Su apoyo fue fundamental para Elizabeth.

¿Cuál es la realidad de la empresa hoy?

Hoy estamos buscando volver a incorporarnos en el mercado y que las nuevas generaciones nos reconozcan. Si bien productos Marisa lleva 50 años en el rubro, se fue perdiendo por la falta de interés y porque empezaron a incorporarse muchas marcas en estos últimos años. El mercado es muy amplio y hay mucha oferta de productos de copetín y snack. Esto provocó que disminuyeran las ventas.

¿Cómo fue el proceso de asumir el liderazgo de la empresa?

Al principio sentía mucha presión obviamente, fue todo de golpe, me equivoque muchísimas veces, pero de todas esas situaciones sentía que debía ver lo bueno y la enseñanza que me dejaba. Me costó mucho perder el miedo a fallar, a caer, a los famosos tropiezos y en esto me di cuenta que la mujer viene con todo esto incorporado. Desde las generaciones pasadas te enseñan que si cometías un error te juzgaba, te frustrabas y quedabas desprotegida ante la sociedad.

¿Cómo se combaten estos miedos?

Mis miedos se fueron transformando en mis objetivos, por ejemplo tenía miedo de salir a vender y lo hacía, o en relación a las compras me daba miedo equivocarme pero avanzaba. Y con todo esto fui aprendiendo y me fui renovando. Así terminé floreciendo y avanzando.

¿Esto está vinculado de alguna manera al cambio de imagen de la empresa? ¿Cómo se logró este objetivo?

Yo soy la que propuso todo el cambio de imagen en la empresa, el objetivo fue siempre que  todos mantengan sus puestos de trabajo y se necesitaba hacer algo. Cuando yo veía un envase de productos Marisa sentía que algo le faltaba, así fue que me llené de luz y armé una propuesta para la familia que todos aprobaron. Esto me hizo sentir afortunadísima y contenta y ahí fue cuando comencé a ver todos mis logros y todas mis fallas, como un solo círculo vicioso es la verdad. Hoy me encanta mi trabajo y también llego a casa y disfruto de la familia.

La empresa está mejorando, estamos creciendo y queremos seguir formando parte de toda la familia salteña.

En este contexto, ¿Cuál es el mensaje para las mujeres?

Siento que debo decirles que cada tropiezo nos deja una enseñanza muy valiosa, que no miren lo malo de la situación sino que empiecen a valorar el potencial que hoy tenemos en nuestras manos. Tener esta experiencia en Marisa me hizo sentir muy afortunada por la oportunidad que me dio toda la familia y todos los miedos que sentía en un principio se fueron convirtiendo en mis objetivos.

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