"Mil manos", tres generaciones de mujeres que tejen por inspiración

Lo aprendió de sus abuelas, lo perfeccionó con su mamá y hoy lo trabaja junto a sus tías, hermanas y primas. Para Piqui Medina, el tejido es un arte y desde hace tres años, lo ha convertido en un negocio con su emprendimiento llamado “Mil Manos”.

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Las manualidades siempre han sido su fuerte. Desde pequeña, Piqui Medina disfrutó de cocinar, tejer, bordar y pintar. Primero estudió gastronomía y después se perfeccionó en pastelería pero hace 4 años que su inspiración se volcó al tejido exclusivamente, quizá por una fuerte influencia de sus habilidosas abuelas y tías.

Después de hacer un curso de tejido a máquina, Piqui agarró una vieja Nitax de su casa y cuando las personas de su entorno vieron sus primeros tejidos, le pidieron que haga para vender y ahí fue cuando Mil Manos comenzó a tomar forma.

Diseñar, coser, poner los puntos, no es una tarea fácil pero la imaginación todo lo puede. “Hay momentos del día en los que me cuelgo, pienso en los colores, en las formas. Me encantan los tejidos, las casas de lanas son como mi Disney, mi boliche, mi lugar”, contó Piqui en una entrevista con IN Salta.

Al principio, los tejidos eran para adultos pero luego la demanda cambió y actualmente su emprendimiento se focaliza en hacer prendas tejidas para niños de 0 a 6 años. Mamás, abuelas y tías hoy eligen los productos de Mil Manos porque entienden el valor de lo hecho a mano, artesanalmente con amor e imaginación.

“El tejido es arte porque lo haces con las manos y tiene mucho de tu tiempo, de tu imaginación y de tu amor. Siempre pienso que lo que tejo se lo va a poner un niño, por eso ver las caritas contentas de mis clientitos cuando se ponen algún tejido mío, para mí es todo”, agregó Piqui.

Todas las manos, todas

En esta iniciativa, Piqui logró reunir la herencia de su abuela Nieves y su abuela Carmen, la experiencia de sus tías Elsa, Berta, “Gordi” y “Cote”, la visión y el buen criterio de su mamá Ana Mellado y el entusiasmo joven de sus primas mujeres.

“Crecí con esto. El gusto por el tejido viene desde generaciones anteriores porque tanto mi abuela materna como paterna hacían todo a mano, lo mismo con mis tías que me enseñaron todo lo que saben a mí, a mis hermanas y a mis primas. Es más, me acuerdo que cuando yo era más chica, todas las mujeres de la familia nos juntábamos como en una especie de aquelarre los fines de semana y nos proponíamos un objetivo de tejido siempre”, recordó Piqui en la entrevista.

Una borda la campera, la otra ovilla las lanas, la tía Elsa se ocupa de elegir y ejecutar los diseños mientras la tía Cote teje maravillas a dos agujas y la tía Gordi, desde el campo, da sus recomedaciones y motiva el proyecto. Las múltiples habilidades de las mujeres Medina Mellado han llevado a la joven Piqui a idear un proyecto que logra capitalizarlas en un negocio común.

Apostar fuerte por un emprendimiento familiar parece una utopía en un país tan volátil a nivel económico como el nuestro, pero estas mujeres confían las unas en las otras, utilizan su inspiración y sus ganas de crear para poner sus agujas a trabajar, por más complejo que se vislumbre el futuro. Aunque a decir verdad, el panorama ha cambiado para las tejedoras en los últimos años:

“Veo que en el último tiempo hubo un boom de interés en el tejido, creo que resurgió sobre todo en artículos de decoración para el hogar, en moda para adultos y para chicos. Me gustaría mucho que se vuelva a enseñar a tejer en las escuelas porque es un oficio hermoso y durante mucho tiempo se perdió. Hay chicas que están estudiando tejido para poder dar clases y eso me da esperanzas y me hace pensar que va a seguir creciendo, no sé si será como antes ¡pero espero que sea mejor!”, opinó Piqui en otro tramo de la entrevista con INSalta.

Un lugar para dar

Suele ocurrir que, del emprendimiento inicial, comienzan a desprenderse otros. Hace poco, Piqui y sus hermanas comenzaron a incursionar en la venta de lanas que traen desde Córdoba y Buenos Aires. El objetivo a corto plazo es venderlas en un espacio propio que actualmente están construyendo en la casa de la familia en el que además tienen pensado dar cursos y talleres para enseñar a sus clientes a usarlas.

Aunque en realidad, el proyecto es mucho más amplio. La idea es que este lugar nuevo se convierta en un espacio colaborativo que sirva para que las personas que quieran, puedan enseñar lo que saben hacer.

“Creo que la inauguración de este espacio va a ser como una inyección para seguir y seguir. Es como un nuevo comienzo. Es un lugar para dar”, agregó Piqui.

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