La falta de competitividad en el mercado, la importación de salsa de tomate de otros países, una deuda de 220 mil pesos con la empresa distribuidora de energía y otra deuda millonaria con la provincia de Salta; condenaron a la industria a un agónico cierre que no se termina de concretar. Esta última deuda, que asciende a 9 millones de pesos se originó cuando la Secretaría de Recursos Hídricos descubrió que la firma había hecho un pozo para abastecerse de agua de manera ilegal.
Según comentó a IN Salta, el secretario del Sindicato de Trabajadores de la Industria de Alimentos, Antonio Cardozo, solo siete trabajadores permanecían hasta ayer encargados de las tareas de mantenimiento y limpieza, mientras otros cincuenta compañeros aguardaban en las afueras una señal para ingresar a sus puestos.
“La situación es tremendamente complicada. Es poco el trabajo que hay en Güemes y encima venimos castigados todo el año porque cuando nos cambiaron las reglas del juego del Intercosecha, casi nadie cobró”, señaló el dirigente.
Finalmente, tras horas de exhaustiva gestión, el jefe de planta y jefe administrativo autorizó al apoderado, José Aráoz, a representarlo ante el gremio. El delegado se comprometió a acudir ante el directorio de la firma para evitar el cierre y traer una respuesta entre el 10 y el 14 de setiembre. “Es la época del Milagro, pero la desesperación por conservar nuestra fuente de ingreso nos hace trabajar aún en esa fecha si es que la respuesta es positiva para nosotros”, prometieron desde el gremio.
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