Mercedes González recuerda con claridad la crisis del 2001. Su familia, como muchas del país, atravesaba momentos de necesidad. En busca de una salida laboral llegó hasta el Salón de Usos Múltiples del barrio San Benito, donde aprendió la compleja técnica de la cestería china. Recuerda que los primeros materiales los recogió de la calle: pilas y pilas de diarios que desechaban los vecinos. El resto, aquello que necesariamente debía comprar, salía del presupuesto para la comida.
“A veces compraba menos carne, o directamente ese día no se comía carne y buscábamos algo más barato”, rememora hoy mientras ríe, tal vez por su osadía, que la llevó a ser una emprendedora cuyos productos son buscados por los turistas. Así, con muchísimo sacrificio, surgieron las primeras lámparas veladoras, juegos de mesa y living para niños, sillones y otro tipo de adornos, todos con la técnica china de cestería.
Por aquellos años Mercedes salía por las noches a vender su producción junto a su pequeño hijo en las peatonales. También recorría las festividades patronales de los pueblos y toda oportunidad que se le presentaba para poder llevar el sustento a su casa.
Esos años de dificultad pasaron y el emprendimiento siguió creciendo, ya bajo otras variables más favorecedoras. Hace cuatro años logró ingresar a las ferias artesanales de Leguizamón y Mitre, y la de Balcarce al 500. Allí –comentó- sus ventas son muy buenas y los turistas buscan sus productos para llevar como recuerdo de su paso por Salta.
En su sitio web, una frase define toda esta travesía: “Las manos de la artesana son manos creadoras. Hacen del ayer el mañana, y del mañana el ahora”.
Con el emprendimiento ya consolidado, y siendo esta su actual fuente de ingresos, Mercedes sueña con hacer masivas la ventas a otras provincias, convirtiéndose en una marca de referencia en artesanías de cestería china.
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