Software para el futuro, por una economía del conocimiento

(Por Blas Briceño) En el mundo, la demanda de profesionales del software es constante y permanente, desde la India hasta la Argentina se necesitan muchos más de los que hay. Los nuevos profesionales que hoy surgen tienen una seguridad de empleo muy grande.

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En términos generales, uno podría duplicar la cantidad de especialistas en 10 años y seguramente todos tendrían trabajo, 2 veces más en 10 años es posible. Y eso sin considerar todas las profesiones que se vinculan desde un conocimiento específico al software. Agregando en ese grupo a los numerosos matemáticos, estadísticos y profesionales de ciencias exactas que hoy son de gran demanda para construir software o implementar soluciones de bigdata o inteligencia artificial.

Las carreras del presente, y del futuro también, están vinculadas al desarrollo del software y la programación, porque la tecnología avanza en todo lo que hacemos, demandando cada vez más cantidad de software para escribir. Esto promueve la necesidad de mayores recursos para construir, diseñar, crear y producir herramientas de software, y garantiza que aquellos que puedan desarrollar ciertas capacidades, tendrán mejores condiciones de trabajo. Con ciertos saberes es posible alcanzar una economía del conocimiento.

Pero todavía no se sabe muy bien cuál es la mejor estrategia para instalar la tecnología en las escuelas o capacitarse en tecnología en las aulas. Si sabemos que hay necesidades de educación y desarrollo de capacidades que desde el punto de vista de la construcción de software o tecnología digital, requieren entender de matemática, de geometría, de lógica, de psicología y de otros conocimientos muy técnicos o específicos que son imprescindibles para su desarrollo. 

Es importante cuando hablamos de capacitación para desarrollo de profesionales de sistemas diferenciar dos cuestiones: el uso de herramientas digitales no es lo mismo que el desarrollo de capacidades de construcción de esas herramientas.

Por un lado, las herramientas digitales entendidas como herramientas del ciudadano o consumidor que son hoy masivas en su uso para el vínculo social, para decidir una compra y efectuarla, o entablar un diálogo. Son herramientas, que permiten el desarrollo de actividades en base a un soporte digital y son imprescindibles porque, de lo contrario, se pierden oportunidades o se disminuye el nivel de desarrollo y comunicación social. Pero estas herramientas nada tienen que ver con las capacidades de producir tecnología, es una confusión muy habitual que impacta en cómo se pretende usar la tecnología en las escuelas. Esta confusión a menudo considera a los estudiantes como usuarios, esto no hace más que mediatizar un proceso de enseñanza a través de las computadoras que, si bien tiene muchos aspectos positivos, en ningún caso los deja dentro de la economía del conocimiento.

Usar tecnología no nos lleva a producir tecnología, a lo sumo nos vuelve usuarios más inteligentes a la hora de pensar una solución tecnológica, pero no es el camino para crear productores o instalar una economía del conocimiento. Para eso hay que recurrir al desarrollo de las capacidades básicas que son matemática, álgebra, lógica, geometría, son la base de las Ciencias de la Computación, y es lo que hace falta para el desarrollo del mercado. En sintonía, aquellos que tengan capacidades de abstracción y pensamiento lógico tienen muchísimas más ventajas de aprender cómo programar desde la técnica.

Es fundamental pensar en la implementación de estrategias que permitan que cada vez más personas, inquietas por naturaleza e interés, se acerquen a las Ciencias de la Computación para entender y aprender a programar. Programas como el Plan 111 Mil implementado a nivel nacional, y otros semejantes, habilitan a todo aquel que lo desee a iniciarse en las bases fundamentales sin necesidad de contar con una trayectoria previa vinculada a la tecnología. Es un punto de partida para luego perfeccionarse, o pensar en tecnicaturas u otras carreras que brinden más herramientas a profesionales como la de ingeniero, analista, entre otras.

El software necesita cada vez más conocimientos específicos de ciertos dominios: psicología, medicina, etc. porque las herramientas empiezan a ser cada vez más sofisticadas y acompañan a técnicos, especialistas o científicos para desarrollar programas cada vez más complejos. Esas herramientas, para su diseño y construcción, necesitan de especialistas en determinados dominios, que entiendan de una especialidad para que después programen, esto es, que los médicos que entiendan cómo programar. 

El saber cómo construir software y el entrenamiento de sistemas de expertos en inteligencia artificial se ha tornado una tendencia complementaria en cualquier profesión para obtener mejores resultados. Esto ya se está viendo en el presente y será masivo en el futuro. Un sistema experto puede ser muchísimo más veloz y eficiente que un ingeniero mecánico, un contador o un médico, pero necesita de un ingeniero mecánico, un médico o un contador para su entrenamiento y evolución. Con lo cual, muy probablemente, las profesiones estarán cada vez más vinculadas a la realización de software que al ejercicio directo de la profesión.

Estos son algunos de los caminos posibles que llevan a promocionar a nuevos trabajadores y profesionales en la producción de software o, más específicamente, los acerca a una economía del conocimiento. 

Blas Briceño es fundador y presidente de las empresas Finnegans y Xubio, miembro de la junta directiva de la Cámara de la Industria Argentina del Software (CESSI) y del Consejo de Administración de la Fundación Sadosky.

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